10. Una esperanza...

Author: oscb / Etiquetas: ,

Para Nate los últimos días habían resultado una pesadilla. En medio de la penumbra había despertado desorientado en el interior de su sarcófago. Exasperado por salir había ajotado sus fuerzas en unos minutos de lucha contra la fría y hermética caja hasta que dándose por vencido decidió reposar y aceptar la muerte hasta que ésta decidiera aparecer.

En los pocos instantes que ocurrieron entre su despertar bajo tierra y el que su familia excavara la tumba, Nate empezó a recordar los tiempos al lado de Amanda. Seguía cegado por su amor, tal cual como cuando fue a parar en el centro de rehabilitación para protegerla…¿Pero cómo pasó eso?

La mente de Nate divagaba mucho intentando recordar al menos un poco más sobre su vida, sobre él mismo, sobre lo que había sucedido días antes de llegar a su entierro, pero todo intento era en vano, terminaba confundido y aún más desesperado al no dar resultado. Quizá las drogas y medicinas que le habían dado en aquél melancólico sitio eran causa de su desorientación total… sólo la recordaba a ella y cuánto la amaba. Si tan sólo pudiera salir de aquél sitio y decirle que la amaba por última vez… pero todo estaba perdido.

Tras unos largos minutos hubo más ruido encima de la tapa del sarcófago que se siguió intensificando, hasta tal punto que en cuestión de segundos estaban abriendo las puertas hacia un mundo que Nate creía no volvería jamás a ver. George, su padre le extendía una mano para salir de aquel agujero.

Apenas una hora después estaba en casa de sus padres, tomando una bebida caliente mientras su madre hablaba sobre la suerte que habían tenido de encontrarlo con vida, y su padre gritaba desesperado que esa mujer con la que se había casado era una prostituta que no merecía respeto por lo que le había hecho a Nate. Aunque éste, ni se percataba de lo que decían, su mente sólo tenía una triste idea en mente: Ir allá con Amanda.

“Amanda ya no está, ella debe estar ya muy lejos de aquí, y ojala nunca vuelva a intrometerse con esta familia, porque si se vuelve a acercar a mis hijos, te juro que la mataré” Era todo lo que le había dicho su padre cuando preguntó acerca de ella.

Nate salió apenas unos días después de su casa, buscando a la única persona que podía recordar. Fueron largos días rastreándola, buscando diario en la que solía ser su hogar. Por otro lado la Familia de Nate se pasaba los días enteros marcando a su teléfono, viendo que estuviera bien, que recapacitara y dejara a esa mujer que tanto daño le había hecho. Incluso llegaban a ir con el que fuera su hijo, todo para que Nate les rechazara mencionando que él no tenía hijos.

“¡Nathaniel recapacita hijo! ¡Esa mujer te dejó enterrado, te dejó en un manicomnio a tu suerte, dejó sólo a tu único hijo! ¡Deja ya eso, empieza a vivir de nuevo!” le decía su padre. “¿Vas a tirar a la suerte todo lo que nos dio tu abuelo Sebastián?”

En efecto Sebastián era una eminencia en la casa de Nate, el abuelo que había logrado de alguna manera darles lo que tenían, el secreto que guardaban con celo de los demás. No por nada a George le había ido tan bien en poco tiempo, no por nada el hijo de Nate era un genio, ni Elías era alguien que todo lo tenía. ¿Pero dónde en ese plan entraba Nate? Él había ido a casarse con otra más del pueblo, con una mujer especialmente ambiciosa y sin sentimientos. Una mujer que podría destruir el legado de la familia.

“Mira lo que he encontrado entre los dibujos de tu hijo, ¡Míralo Nathaniel!” le decía George entregándole el dibujo de la ciudad en caos y la extraña piedra en él.

“¡Tú sabes lo que es eso! Tú sabes que esa piedra no puede estar en sus manos! Tú sabes tu responsabilidad Nate”

Nate se guardaba sus palabras. En efecto esa piedra era parte de una de la colección de tres piedras que había encontrado Sebastián en sus tiempos de minero. Tres piedras que ahora hacían el emblema de la familia y que les habían dado muchas ventajas, pero mucha responsabilidad.

Las piedras en conjunto daban magníficas riquezas a la familia que hiciera un pacto de sangre, a cambio el pacto decía que ningún miembro de la familia debía estar en contacto directo con las piedras, si alguien las tocaba se desataba el caos. El caso se acrecentaba cuando las tres piedras eran reunidas y tocadas por un miembro de la familia, ese sería el fin del pacto y por ende de la familia entera.

Es por eso que Sebastián se había encargado de deshacerse de las piedras y esparcirlas por todos lados, para jamás verlas de nuevo y disfrutar de su riqueza. Lo malo vino cuando George celoso de su riqueza empezó a ser más estricto. Mandaba a asesinar a todos sus enemigos y opositores que sospecharan algo de él, antes de que dieran con el secreto. Decidió que nadie de sus hijos debía revelar el secreto, y para asegurarse de ello arreglaba todos los matrimonios a su conveniencia, con gente de muchos lujos, que de paso le servía para acrecentar el patrimonio familiar.

Todo hasta que Nate se salió de control y decidió casarse con Amanda, un matrimonio muy mal visto por la familia, debido a la ambición de Amanda y su interés por vincularse con toda la familia a su conveniencia.

Sin embargo con las piedras muy lejos, no había nada de qué preocuparse, hasta que encontraron esa piedra aquella mañana y cayó en manos del hijo de Nate. Un descuido que Nate hizo al no prestar atención a su historia familiar, ahora lo reconocía, por eso todo salió de control.

Sin embargo el tema de las piedras, a diferencia de su padre le traía sin cuidado, si tener esa riqueza representaba tener que vivir una vida falsa de éxito, él preferiría tener que luchar desde abajo, y sobre todo vivir el amor verdadero que él sentía por Amanda.

A Nate no le gustaba mantener esa clase de secretos, vivir esa doble vida, y por ello decidió dejar el diario de Sebastián en el cementerio, por si Amanda decidía volver, que se diera cuenta poco a poco de lo que sucedía en la verdadera historia familiar.

Él sabía que ella tarde o temprano regresaría a su casa por respuestas. Y la espero con ansias sentado en el sofá todas las noches. Ahora estaba ahí enfrente de ella y su impresionante hermosura una vez más, esta vez se lo contaría todo y juntos podrían vivir como fugitivos lejos de la maldición familiar. Ahora ellos serían felices juntos, o al menos, eso era lo que él esperaba…

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