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Teniendo como escenario una puesta de sol una tarde de otoño, cuando los vientos soplan con toda su fuerza, las aguas del océano azotan con toda su furia y los colores de las nubes y el entorno se vuelven un tanto dramático… sentado en los mas alto de un peñasco nuestro chico solitario hace su aparición, deseando hallar la ruta correcta que lo guie a encontrar una respuesta a su tan inesperada historia personal.

Postrado ante el más temible escenario del mar, me encuentro yo aquí. Todos solemos tener un lugar donde no importando la circunstancia deseamos estar ahí recordar momentos de nuestra existencia o simplemente reflexionar por un instante, y éste es mi sitio, he venido desde que tengo uso de razón, no sé cual sea el motivo, solo deseo estar y pasar un instante aquí, reconfortar mi existencia y hallar una respuesta a todas mis interrogantes.

Hasta hace unos días todo marchaba de maravilla, tenía un trabajo y una familia a la que amaba infinitamente, nada parecía opacar esa felicidad que invadía los minutos que pasaba a su lado. Mi esposa era de las personas que se preocupan por que sucederá mañana y de lo que esta escrito según ella, si tuviera oportunidad compraría el libro de su vida, no tengo idea de cual seria el titulo, y si existiera no se lo compraría, eso la orillaría a tomar decisiones muy por debajo de su propio razonamiento. Ella al despertarse cada mañana con su cara angelical exclamaba “¿Que estará escrito en el libro de mi vida para hoy?” algo con cual no estaba muy de acuerdo con ella, pero nunca me atreví a contradecirla, mas bien en mi forma de pensar considero a la vida como una página en blanco en la que diariamente uno mismo escribe en ella lo que deseamos, todo es tan incierto, no hay un destino escrito solo aquel que forjamos, por lo mismo digo “no podemos controlar el futuro, pero si podemos disfrutar el tiempo que tenemos”.

Ahora mi hijo, mi pequeño quien a sus 7 años de edad es todo un genio en descifrar acertijos de toda índole lo cual tiene muy impresionado a todo quien lo conoce, carga siempre consigo su caja de colores en conjunto con su libreta de dibujo, él realmente valora la utilidad de estos elementos.

Aun recuerdo exactamente hace un año un día como hoy celebrábamos el cumpleaños de nuestro querido hijo, los preparativos para su fiesta me acercaron aun mas a mi esposa a quien amo eternamente. Los tres viviendo en una de las zonas más exclusivas de la ciudad parecíamos tener una vida confortable y deseable por todos.

Todo este ultimo año fue de los mas agradables, inmersos en viajes y diversión parecía que no había obstáculo que impidiera el verdadero gozo de la vida. Mi esposa solía siempre llevar consigo una fotografía que habíamos tomado el día del cumpleaños de nuestro hijo, estábamos los tres tan alegres que la cámara capturo aquel tan agradable momento; como olvidar sus expresiones dibujadas en sus rostros que irradian una verdadera imagen para recordar, lo que me ocasiona que mi rostro se vea cubierto de lágrimas por tan memorable suceso, estas lagrimas se confunden con la brisa del mar y la lluvia que se avecina.

Para el próximo festejo de nuestro hijo, teníamos planeado ir a recorrer el océano en velero, navegar con ayuda del viento cocinar peces sobre el bote tener toda una travesía en el inmenso mar, mismo que ya pudo ser efectuado por que ahora no están conmigo.

Faltando dos días para llevar a cabo nuestra aventura por el mar, despertar esa mañana todo ocurrió de lo mas normal hasta la llegada la hora de desayuno cuando nuestro hijo nos mostro un extraño dibujo que había pintado, ante aquella imagen que mostraba al sol oculto tras nubes negras, a una ciudad convertida en un caos además de una extraña piedra, situación que no le dimos importancia y nos dispusimos a salir a realizar las compras necesarias para el festejo de cumpleaños.

Todo marchaba normal recorriendo las tiendas, eligiendo los alimentos para el viaje, y el regalo para nuestro hijo, al pasar frente a una extraño establecimiento algo esotérico, mi hijo se acerco al cristal y a través de él vio la piedra que había dibujado, a lo que naturalmente un niño hace: pedir que se la compre, por algunos minutos conversar con él sobre tal suceso, que no era útil tener esa piedra, al final de todo logro convencernos y accedimos a su petición. Una vez finalizada las compras ya eran casi las 3 de la tarde teníamos una tarde muy soleada y agradable, así que optamos por ir a comer al restaurante que frecuentábamos ir, situado al otro lado de la ciudad, caminamos hacia el parque para llegar a nuestro auto y guardar lo que habíamos adquirido.

El parque central tiene una de las mejores vistas del cielo, siempre ofrece un panorama despejado, el lugar perfecto para olvidarse de la ajetreada ciudad por un momento. Caminábamos apresuradamente cuando de pronto el cielo se torno un tanto oscuro, una espesa nube en cuestión de minutos cubrió por completo aquella tarde tan soleada, quedamos literalmente a oscuras tiempo en el que la urbe se convirtió totalmente en un caos, todos caminaban de un lado a otro, gritando y llorando, los autos parecían no encontrar una salida. Yo solo tome en brazos a mi hijo y esposa nos quedamos un instante asi, hasta que repentinamente me fueron arrebatados de las manos, desaparecieron aquel día que se convirtió en noche por unos minutos.

Pasado algunos segundos que solté los brazos de mi esposa e hijos, la luz del día hizo su aparición nuevamente, volteando y caminando por todos lados iba en busca de mis grandes amores, la gente seguía corriendo desconcertadamente y yo solo trataba de encontrarlos, así seguí por horas sin éxito alguno, solo encontré tirados en el suelo la fotografía, la extraña piedra y el cuaderno de dibujos de mi hijo; solo eso conservo de aquel día en que desaparecieron.

Mientras el mar lentamente oculta al sol, cuando la tarde va perdiendo su nombre para convertirse en noche, me encuentro yo aquí; Nate, ese es mi nombre, la figura solitaria que contempla su foto familiar, una extraña piedra y un cuaderno de dibujo, preguntándome si algún día podre recuperarlos o si estaré solo por el resto de mis días…